Nos ponemos en ruta

Sentado en los primeros asientos del autocar disfrutó de la sinfonía improvisada de conversaciones alborotadas que sirven a los chicos para desahogar sólo una pequeña parte de los nervios almacenados.

Ilusiones ante lo desconocido en los que fueron héroes del Trampal y de las Lagunas de Barco los campamentos anteriores mientras los veteranos del Linares 2017 sonríen pensando en el reencuentro con "sus niños".

Un par de monitores tratan de compensar los insomnios de estos últimos días de preparativos con una pequeña cabezada. Mientras, los que se incorporan mañana, pues las vacaciones laborales no dan para más, wasapean preguntando envidiosos si todo marcha bien.

En la tranquilidad de este asiento, la sensación es de revivir emociones conocidas. Han pasado los años, muchos de los adolescentes que caminaron conmigo por estas montañas ya anuncian de la llegada en breve de sus hijos.

Todo cambia, todo muta... Pero la montaña permanece. Y el rumor de los nervios de los chicos también.

Llegamos al Valle del Río Moros. Termina el viaje en autocar sin novedades.

Qué suerte poder volver a a disfrutar de la sinfonía de nervios un año más.

La que permanece.

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