El debut

Todavía de resacas mundialistas, hace apenas dos semanas, cuando íbamos a volver a ser campeones, hubo un viernes de nervios compartidos donde media España participó de un calentamiento que solo iban a protagonizar 11.
Quien más quien menos procuró participar de una intensidad colectiva ante algo que sentimos como único y en la que proyectamos una mezcla de sueños no logrados y de la preciosa sensación de participar de algo grande.
Con especial expectación, los primeros minutos fueron para evaluar el verdadero estado de nuestro equipo, hasta qué punto era realmente merecedor o no de los pronósticos de triunfo.

El clima ha sido parecido durante las primeras horas del día en el comienzo de "nuestro mundial".
Vestía el equipo completo de blanco con iconos y letras rojas para recordarnos que Cáritas es un escudo al que se pertenece desde cualquier parroquia del mundo.
Miradas de concentración creciente mientras se iban restando minutos a la llegada de los niños.
Gestos cómplices de apoyo mutuo que intenta nutrir de esperanza al compañero.
Últimos repasos de cantos y dinámicas como si pudieran asegurarnos que lo tenemos todo contralado....

Se abre la puerta, entra una riada de niños en los que se entremezclan los nervios con la alegría... y comienza nuestro partido.

Os escribo emocionado porque al termino de la primera jornada el resultado debe concluirse como sobresaliente.

Pasamos a segunda fase, con solidez, buen juego y detalles de equipo campeón.

Hace un par de años eran un grupo de encantadores hormonados, gamberros en toda ocasión posible y expertos en el difícil juego de la picaresca que no llega a traspasar a la irreverencia.

Para la práctica totalidad esta era la primera ocasión en la que la propuesta no era el disfrute pasivo de los juegos sino un dificil cambio de "lo que me gusta" a lo que "puedo ofrecer". Y sin posibilidad de una formación extensa previa.

Han estado espléndidos en la oración, con un desparpajo impropio de su edad. Apenas ha sido necesario hacer indicación alguna por la inteligente preocupación por localizar las necesidades a cubrir. Comprendieron sin dificultad que el uso del móvil debía restringirse a instrumento de trabajo. Intuyeron que eran más eficaces distribuidos entre los chicos que refugiados en la seguridad del grupito.

Pero lo más sobrecogedor es asistir en primera persona a la metamorfosis que surge de la lectura de la ternura que necesitan estos críos. El mimo, la caricia, la sonrisa oportuna... Esto es algo que se presuponía pero que esperaba la ocasión de manifestarse en el momento oportuno y preciso.

Al final del partido, la sensación es la de haber descubierto talentos en personas a las que conocía en casi todas las facetas posibles pero que tenían que reivindicarse en una de las más importantes.

El debut se convierte en un regalo por la posibilidad de contemplar el fruto de itinerantes, catequesis, campamentos, teatros y cabalgatas. Más aún por poder vivir con admiración el desarrollo de la semilla del servicio y la ternura en ellos. Más aún por poder ver en ellos el paso y la acción de Dios.

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