La España que no les dimos a conocer.

Hemos vivido un día de intensas emociones y cambios.

Para empezar, los físicos, despertando en Cercedilla desde donde emprender un tranquilo viaje hasta tierras andaluzas.

Allí nos volvía a esperar la experiencia de acogida que es el primer regalo de este Campo de Trabajo de Linares.

Ya son siete años compartiendo esta experiencia con círculos que se cierran de forma hermosa: en una de las salas superiores, preside una fotografía del grupo de la primera edición en la que son reconocibles dos de nuestros catequistas de este año que, en aquél entonces, contaban solo con 16 y ya van por los 23 años.

15.00. Los chavales comienzan a mirar su relog y empiezan a respirarse los nervios durante la comida con la paella preparada como mimo ... Es enternecedor sentir su ilusión, sus expectativas...

15.40. Comenzamos el despliegue logístico que les permita disfrutar de la "fan-zone" improvisada.

15.50. Varios se acercan para expresar su tensión buscando en la verbalización un desahogo con el que manejar mejor el envite.

16.00. Ambiente por todo lo alto, un par de banderas, alguna que otra bufanda y muchas mejillas pintadas con los colores.

Cada ataque se jalea como un gol, cada disparo como el penalti decisivo y al poquito de comenzar, terminando los ajustes de imagen en lo que usualmente es una capilla, una explosión de júbilo con aspiraciones de movimiento reconocible en la Escala Richter, por el gol que ni siquiera se sabe si fue de Ramos.

No recuerdo haber disfrutado tanto de un partido de fútbol. Quizá porque hace años que nos los veo y he olvidado estas sensaciones, o quizá porque entre estos chicos se percibe la pureza del sueño, del apasionamiento, de la esperanza desbordada...

El resto, ya te lo sabes... Nuestro vestuario no debía estar muy lejano en sentimientos al de Moscú. Tras el último penalti se abrió un sepulcral silencio que dio origen a un desesperado llanto compartido por muchos.

Mientras iba repartiendo una caricia o un beso a los más necesitados vinieron a mi memoria las fichas de inscripción...

Son la generacion de 2001 y 2002... Estos chicos se criaron con los éxitos de la Eurocopa, del Mundial de Suráfrica y del colofón de Ukrania. Les hemos malacostumbrado al éxito.

Les he tenido que explicar quiénes eran nuestros Eloy Olalla, el famoso Tassoti y la inoportuna Nigeria que ganó fama a nuestra costa...

La homilía tuvo que acoger parábolas futbolisticas. Para explicarles que lloré como ellos desconsoladamente por las ilusiones que también compré como evidencias. Aún peor, con las decepciones ante no pocos ejemplos que me hicieron comprender que mi ilusión era mayor de quienes a veces protagonizaban los partidos ...

Pero se equivocaba quien, entre sollozos, hoy decía que habría que esperar otros cuatro años... El mundial se juega cada mucho menos. Se juega en la evau del próximo curso, en las traiciones que acechan tras la esquina, en el cuidado a los mayores que hay que integrar en las tareas cotidianas, en el diagnóstico inesperado y en el proyecto que depende de nuestro trabajo... Y en estos mundiales no vale con caer en octavos...

Y les he explicado que aquél partido de Nigeria me enseñó a no subestimar a ningún enemigo; y que con el 1-0 a Holanda, en el de Brasil, Silva la tuvo para el 2-0 pero quiso lucirse con una vaselina para acabar 1-5, y de aquello aprendí que la distancia entre el éxito y el fracaso lo separa una línea extremadamente delgada ...

Dicen haber disfrutado mucho de la misa, pero no podemos hacerlas coincidir solo con las derrotas de "La Roja".

Os escribo mientras disfrutan de la velada. Con los restos de pintura en los carrillos. De lo que iba a ser fiesta desbordada y se convitió en una tarde amarga donde descubrieron que ser español también es ilusionarse con todos los campeonatos que seguro se van a ganar y que acaban en las palabras de Di Stéfano: "Jugamos como nunca y perdimos como siempre".

Quizá ahora entiendan por qué nos alegramos tanto con el gol de Iniesta. En él iban acumuladas muchas frustraciones futbolísticas y alguna que otra metafórica.

Volverán a disfrutarlo, quizá alguna vez, los que nacieron en los años que confunden la mirada futbolística, los que nos acostumbraron al éxito.

Me quedo con la ilusión pura e ingenua que a veces se nos apaga a los mayores.

Y elevo mi oración a Dios para que estos disgustos queden almacenados como aprendizaje para los verdaderos mundiales.

Los cotidianos.

Mañana comenzamos el nuestro: que la semana que comienza sea la mejor del año para 80 niños.

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