De los trozos de madera que terminaron siendo cruz
Hace una semana también viajábamos en carretera. También lo hacíamos en la furgoneta. También con muchas cajas amontonadas en el maletero... Entonces regresando de Linares. Hoy camino de Santiago de Aravalle. Entonces con el corazón encogido por la acumulación de emociones. Hoy con el nudo en el estómago por los sanos nervios ante lo que es importante. Entonces junto a todos los jóvenes que hicieron de esos días inolvidables. Hoy con su recuerdo y con una sensación de vacío que constata lo feliz que fui junto a ellos. Hace dos semanas les dimos un trozo de madera para que se lo colgaran al cuello. En nuestra cultura actual hay muchas cosas que tienen la forma de lo que deberían ser, pero un contenido vacío que desacredita su significado. En aquella ceremonia les advertimos de que les dábamos solo un trozo de madera. Con forma de cruz, pero sin serlo. Los trozos de madera se convierten en cruces con la credibilidad de una fe verificada en el sacrificio, en la car